Consejos clave para mejorar la memoria
El tiempo pasa volando…., en el momento en que vivimos la velocidad de cambio es muy rápida.
Vivimos cada día tantas situaciones distintas que si no centramos nuestros objetivos, podemos vernos arrastradas por el día a día sin haber tenido tiempo para lo que es importante de verdad.
Lo mismo ocurre con nuestro estado físico y mental, si no lo cuidamos, es fácil acabar generando deficiencias por el desgaste. Si no ponemos atención en cuidarnos, es difícil conseguir unas emociones, un juicio y una capacidad mental ideales para poder adaptarnos a todos los requerimientos a los que nos sometemos. Ni siquiera para tener el juicio de saber seleccionar y escoger las cosas más importantes.
Y todas sabemos lo que pasa con tanta aceleración: restamos tiempo, entre otras cosas, al tiempo en la cocina. Comemos fuera de casa, o cocinamos platos rápidos, intentamos aprovechar el mediodía para resolver asuntos pendientes… y poco a poco vamos descuidando nuestros hábitos alimenticios y nuestra energía digestiva va decayendo.
Vamos a detenernos en este punto, porque la energía digestiva es fundamental para sentirse vital y para tener una buena capacidad intelectual y de razonamiento. Y, sí…, ¡lo que comes afecta a tu capacidad de concentración y a tu memoria!.
A veces no caemos en la cuenta de que sufrimos cierta debilidad digestiva, nos parece hasta normal y nos hemos acostumbrado a que se nos hinche la barriga cuando estamos cansadas al final del día, o a tener digestiones lentas, o a levantarnos sin sensación de hambre, o a los molestos gases que aparecen con demasiada frecuencia, o al estreñimiento, por ejemplo.
Sin darnos cuenta, esta deficiencia digestiva se va haciendo crónica, se instala y estamos siempre cansadas, tenemos sensación de frío, y vamos desarrollando celulitis. Y, además, nos cuesta concentrarnos, mantener el foco sobre un tema concreto, tenemos dispersión de ideas, pequeños olvidos… y a veces, adaptándonos al problema, podemos llegar a pensar que es que pasan los años y debe ser cosa de la edad.
Pues no es así, podemos llegar a ser mujeres activas, llenas de energía, tónicas y con perfecta capacidad de concentración hasta edades avanzadas.
¡Vamos a dar soluciones para tener una digestión fuerte y una memoria perfecta!.
Para potenciarla, son importantes hábitos como estos:
Masticar y ensalivar bastante el alimento.
Cenar temprano.
No hincharse de comida, sino levantarse de la mesa sin quedarse completamente llena.
Evitar cereales integrales y legumbres poco cocinadas.
Comer y beber caliente; tomar sopas calientes al menos una vez al día.
Condimentar con condimentos estimulantes de la digestión (canela, hinojo, romero, comino, jengibre...).
Tomar alimentos de sabor moderadamente salado, picante (rabanito, jengibre fresco, ¡evitando extremos! ) y toques de amargo (endivia, achicoria, apio, albahaca, té, manzanilla, tomillo, café...), y dulces de origen natural (zanahoria, cebolla, calabaza, arroz integral, avena, trigo sarraceno, mijo, quinoa, pescado, legumbres, anís...)
En general, cuando hay poca energía digestiva, la clave está en tonificar. Por eso, son recomendables alimentos ecológicos y saludables que tonifiquen y estimulen, y además, es muy conveniente hacer ejercicio de forma regular, sobre todo moviendo las piernas. Recordemos que el cuerpo hay que moverlo para que sus funciones se estimulen. Si no se puede ir al gimnasio ni salir a correr regularmente, no pasa nada, pero entonces procuraremos caminar cada día un buen rato, por ejemplo, y subir y bajar las escaleras que nos encontramos por delante. Nuestro organismo lo agradecerá y repercutirá en nuestra vitalidad y fuerza digestiva.
Sobre los hábitos y alimentos que debemos evitar, para tener una buena digestión, son los siguientes:
Azúcar y edulcorantes comerciales.
Alimentos y bebidas frías.
Frutas y crudos en general (sobre todo si hay gases y barriga hinchada).
Alimentos grasos.
Alimentos refinados (pan blanco, bollería, arroz y pasta blanca).
Fritos.
Vida sedentaria.
Acostarse tarde con la barriga llena.
Enfriar la zona abdominal o lumbar (llevar ropa mojada sobre esa zona, o llevar la barriga y la zona lumbar destapadas si hace frío).
Caminar descalza sobre suelos fríos.
Estar sentada sobre superficies frías.